lunes, 22 de diciembre de 2008

Cosas que pasan...

El autobús te lleva por esas calles vacías en las que la luz de las farolas refleja recuerdos del día que ya ha quedado atrás. ¿Quién se sienta a tu lado? Nadie, nadie te acompaña en el oscuro trayecto a tu hogar. Pero para ti eso no es una novedad…

Desde la adolescencia te distes cuenta de que toda tu vida había estado rodeada de sombras pues nadie de verdad te apreciaba. Vivías de engaños temporales que siempre acababan en noches perdidas encerrado en tu habitación. De vez en cuando surgía alguna princesa que estaba destinada a tus brazos, pero siempre fracasabas pues todo era fachada. Querías desahogarte y escribías un texto, un buen texto creías tú, aunque todos sabíamos que era una mierda. Vomitaste tu alma en cada verso que le dedicaste y ya podías dar gracias si te dedicaba algún “te quiero” falso como el maquillaje.

Esos días de lluvia eran de los peores. ¿No recuerdas que la lluvia te deprimía?. Y ahí llegaba la hora de escribir otra vez. Esta vez sí. Se nota que la depresión te da inspiración. Colgabas tu gran texto en la red y al día siguiente venía uno preguntando qué te ocurría. Y así uno y otro más y ya tenías conversación para una semana. Esa era tu vida. Un día te distes cuenta de que el amor de tu vida estaba delante de ti… agarrada del brazo de tu amigo.

Inconscientemente abonado al desengaño y a la soledad, circulas sin rumbo por tu ciudad. Esa ciudad que siempre deseabas abandonar y que toda tu vida te guardo un lugar entre hormigón y lunas de alquitrán.






Alex.