sábado, 14 de noviembre de 2009

Aquellos hombres.

"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".

El británico Ernest Shackleton publicó este anuncio en la prensa en 1914, solicitando voluntarios para "la última gran travesía terrestre pendiente". ¿Quién podría responder a esta loca invitación al infierno? Pensaríamos que nadie en su sano juicio, pero lo hicieron miles de aventureros. Tras una prolija selección, Shackleton eligió a los 26 hombres que iban a acompañarle en la travesía de la Antártida, en la que iba a ser la mayor proeza de la exploración polar.

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Dicen que la infancia es el período de la vida que más influye en las personas y que el resto de nuestra existencia va a estar marcada por ese corto espacio de tiempo del que poco nos acordaremos. Pues bien, mi infancia estuvo marcada por personas valientes y de otro tiempo que dejaron todo y arriesgaron su vida por la aventura y el honor. Personajes de películas y libros que se enfrentaban a lo desconocido, recorriendo los límites del mundo y de la ciencia, hombres a los que siempre he deseado y desearé emular.


Alex.

martes, 10 de noviembre de 2009

Caprichos tétricos del destino.

Es una realidad innegable la naturaleza frágil de los seres humanos y que en cualquier momento nos puede llegar la hora de pasar al otro barrio, pues si algo es seguro en la vida, es la muerte. Nadie puede escapar a ella. El más sano, fuerte y sabio tampoco es una excepción ya que ella nunca descansa.

Cada día mueren millones de personas y nacen millones de personas, es el ciclo de la vida. Y de esos millones de personas, la mayoría pasan la vida en el anonimato ante el resto del mundo, pero existe cierto sector de los difuntos que son personalidades famosas y, aunque suene poco ético, nos entristecen más. Esto se debe a que sentimos que eran parte de nuestra vida, de nuestros recuerdos y es aquí donde entra un pensamiento que me ha venido a la mente hoy.

Todos los años, suele existir un período de tiempo en el que se producen varias muertes de personajes famosos de manera bastante simultánea siendo este hecho explicado como una simple coincidencia o capricho macabro del destino. Este año no es una excepción y ahora es el momento en que se esta produciendo este período pues no hay más que ver las noticias que se han producido en el último mes.

Octubre nos sorpendía con la muerte de Luis Aguilé y también con las del ciclista Frank Vandenbroucke y el colega Andrés Montes, y Noviembre llegaba con la muerte del filósofo Lévi-Strauss, el actor José Luís López Vázquez y el escritor Francisco Ayala. Y hoy hemos conocido la noticia del suicidio del portero Robert Enke, que vivía en una depresión provocada por la muerte de su hija de 2 años que nunca superó, y el suicidio del ciclista español Agustín Sagasti, que sufrió un accidente a las 25 años que truncó su carrera. Además hace unos días conocimos también el suicidio del ciclista belga De Zeeuw, que se vió involucrado en el accidente que le costó la vida a su compañero Isaac Gálvez.

Es curioso el caso de la muerte de tantos ciclistas en tan corto período de tiempo y también es curioso que la principal causa de muerte de la mitad de los que nombré anteriormente fuese el suicidio.

Triste y macabro capricho del destino...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Cupido, menudo hijo de perra...

A pesar de que había sido un día caluroso, típico de las regiones interiores, la noche presentaba un ambiente bastante fresco e infinitamente más llevadero, pero eso a nosotros no nos importaba. Para mí solo existía ella. A nuestro alrededor el silencio de las antiguas calles desiertas mantenía su dominio implacable sobre la vida en la mayor parte del pueblo. Apenas un poco de luz que provenía de las viejas farolas mantenía una dura pugna con la oscuridad que amenazaba con extender su territorio y acabar con todo atisbo de vida. Nosotros le aportábamos un contraste vivo al ambiente.

Deambulamos por pequeñas calles y callejones que se sucedían sin el mayor sobresalto. Empezamos a creer que eramos los únicos habitantes del pueblo hasta que llegamos a un pequeño bar a un lado de la carretera en el que se atisbaba movimiento. Decidimos entrar para ver el panorama y tomar algo. Pedimos unas copas y ocupamos una mesa en una esquina del garito. A nuestro alrededor, las otras mesas estaban ocupadas por jugadores de cartas que apuraban nerviosos sus cervezas y por fórofos futboleros que seguían con ansía los partidos de la roja que, aunque fuesen amistosos, adquirían la importancia de las más grandes competiciones. Fue allí, en aquel mismo instante, donde la belleza de mi chica me volvió a sorprender y cautivar como nunca antes. Su figura, su perfecto rostro y sus brillantes ojos que miraban a este pobre enamorado, destacaban sobre el contenido bullicio del local que, ajeno a la historia de amor que allí se desarrollaba, seguía con sus propias preocupaciones y ocupaciones.

El tiempo se paró a mi alrededor y quede hipnotizado. Hipnotizado por la belleza que tenía a escaso medio metro, hipnotizado por aquella mirada que se clavó en mis ojos y que dejó helado a vuestro protagonista, quien solo pudo articular con voz entrecortada un simple "te quiero" que ella respondió con una cálida y dulce sonrisa. Puedo asegurar que ella no dejaba a nadie indiferente y que te quitaba el aliento.




Con afecto.
Alex.