domingo, 26 de febrero de 2012

¿No te parece fantástico?.

Nunca te mentí, pero a veces no te dije la verdad. Gracias a eso todavía tengo el número de un buen contacto, y creo que le voy a llamar. Tal vez así pueda olvidar que te necesito, tal vez así pueda descansar un poco. La casa está vacía. A veces, entre alucinaciones, creo oír el timbre pero no soy capaz de levantarme de la cama. No hay nada en la nevera y la última persona que cruzó la puerta fuiste tú.

Duermo casi todo el día pero aún así siempre tengo sueño, como un enfermo. Y como un enfermo a penas me levanto de la cama. El sol cruza por la ventana y, de vez en cuando, todavía te busco entre las sombras del cuarto.

La gran diferencia entre nosotros dos es que tú necesitas a alguien que te cuide y te de calor y cariño, y que yo solo necesito alcohol en casa. Pero los dos estamos de suerte, porque a mí me gusta protegerte y porque las tiendas están llenas de botellas de whisky.

domingo, 19 de febrero de 2012

El científico triste.



Si me preguntas por qué te quiero tanto, te puedo responder que, en aquel primer momento, se activaron los mismos sitios cerebrales que también actúan cuando tengo miedo. De esta forma, el ámbito inconsciente de mi cerebro es el responsable de la excitación que siento al estar contigo, el que hace que te vea con el filtro de la perfección. Es decir, que, para mí, eres perfecta.

Al mismo tiempo, en los centros de placer de mi cerebro, comenzó la liberación de la hormona del placer, la dopamina. Una hormona que no es ni más ni menos que una droga, que se activa en tu presencia y, como todas las drogas, produce adicción. Por eso, sin ti, me ahogo en un estado de necesidad, "el mono", que solo se calma cuando tú estás.

Así estuvimos entre seis y dieciocho meses. Un período en el que, al ir todo bien, se consumó el amor en la cama, y el orgasmo produjo la liberación de la oxitocina. Una hormona que alimentó la responsabilidad que siento de protegerte a ti y a nuestra descendencia. Y aunque los métodos anticonceptivos engañaron a nuestro cerebro, sigo sintiendo esa necesidad de seguir protegiéndote por mucho tiempo.



Y una y otra vez
la fórmula no podía fallar
pero faltaba algo más.
Había ciertos datos que no coincidían
y dijo que ya no podía seguir.

lunes, 13 de febrero de 2012

Demasiado real para mí.

Conocí a un chico que era alérgico al polen y al polvo y al serrín y al humo provocado por combustión de carburantes y a las ensaladas y a los gatos y a las ballenas y a las fibras sintéticas y a uno de cada dos medicamentos. Era uno de esos chicos que no hablan con nadie. Parecía uno de los que viven en campanas de cristal, pero era alérgico a las campanas de cristal, así que tenía que enfrentarse con todas sus alergias. Llevaba sus alergias encima como un viajante de comercio lleva sus maletas. Demostró legalmente que era alérgico a sus padres, así que sus padres tuvieron que darle una pensión vitalicia sin disfrutar a cambio del consuelo de agujerear sus zapatos con sus propias desgracias, además él ni siquiera llevaba zapatos porque era alérgico a la piel y al caucho. Le hicieron unos zapatos de madera pero a él le pareció que era como andar con dos ataúdes chiquitos en los pies, así que los tiró por la ventana. Una chica que pasaba por la calle recogió los zapatos, y como nunca había visto unos zapatos tan raros subió a ver de quien eran. El chico abrió la puerta y la chica entró, los dos se miraron un rato y los dos eran guapos, y los dos llevaban solos demasiado tiempo, así que se abrazaron un poco a ver que pasaba y resultó que la chica iba vestida con fibras sintéticas y tenía ojos de gato, y estaba gorda como una ballena y tenía polen en el pelo y serrín en el cerebro y antibióticos en los dedos y ensalada en la falda y un motor de explosión que le ayudaba a subir las escaleras. El chico se murió con una estúpida y gigante sonrisa de felicidad en la cara.

Cuando me desperté estaba seguro que podía aprender algo de ese sueño pero no sabía qué coño podría ser.


Héroes. Ray Loriga.



Al final parece que sirvo para algo, parece que soy un buen constructor. Concretamente se me da bastante bien construir muros, sobre todo de hielo. A través de mi experiencia, puedo garantizar la resistencia y aislamiento de mis muros de hielo contra casi todo: huracanes, terremotos, el frío más intenso y hasta contra el noventa y nueve coma nueve por ciento de las personas de este mundo, lo que en teoría, si tenemos en cuenta que somos siete mil millones de personas, suponen seiscientas noventa y nueve personas más de las que realmente pueden traspasar el muro.

domingo, 5 de febrero de 2012

Casi todo son señales.

No se cansa de jurar que ella es diferente. Le gusta mentir, y lo hace muy bien, pero ya es mucho tiempo y me aprendí todos sus trucos. Ella apoya su cabeza sobre mi pecho, su pelo me roza las mejillas y sé que no hay ningún lugar mejor que a su lado. Me dice que me quiere, me miente, y yo le sigo el juego diciéndole que la quiero. Así está tranquila y yo disfruto de su calor, de sus labios y no me quedo solo los días más fríos.

A veces se incorpora y despega su cabeza de mi pecho para mirarme fijamente, y me sonríe sin despegar los labios mientras veo sus ojos increíbles mirarme con aires felinos. Y, en ese preciso momento, sé que me va a besar, y lo hace y creo que la quiero en realidad. Pero hace tiempo aprendí que yo no me puedo enamorar; a pesar de que hay días que creo que sí, en el fondo sé que no sabría quererla de verdad.

Y seguimos con lo nuestro, esperando algún simple giro del destino.



Y otra noche más tú querrás soñar
pero la más pura soledad
no se cura con champán y cocaína.