viernes, 11 de octubre de 2024

Cualquier ciudad.

Hola. Hoy es (era) mi cumpleaños. Las cosas no son tan buenas como dicen los periódicos. De hecho son un poco regulares, sinceramente. Pero hoy es (era) mi cumpleaños. El viento ha firmado una tregua con esta ciudad y me he permitido salir por ahí con mis amigos. He bailado un poco con una chica de pelo negro y rizado. Le he contado que no sé muy bien cómo he acabado en esta ciudad tan hostil. Se ha enfadado un poco y me ha dicho tres o cuatro verdades cosas sobre lo buena que es esta ciudad. Y todo eso. Pero eran las nosecuantas de la mañana y en unas pocas horas trabajaba y todo ese rollo que ya te puedes imaginar. Así que no había otra salida que coger el bus a casa. 

Entre que escribo esto y entre que esto se publica ya no es mi cumpleaños. Pero, por esas cosas que tiene el destino, cuando publico esto, ya es tu cumpleaños. Ha llegado el día y yo he publicado esto justo a tiempo para celebrar que ya es tu cumpleaños y para decirte que te quiero. Para decírtelo aquí camuflado en unas líneas a mitad de párrafo. Entre que era mi cumpleaños y entre que es tu cumpleaños, a mí me ha dado tiempo a cruzarme medio país con el coche. Una buena dosis de kilómetros para pensar en las cosas. Entre esas cosas pienso en que daría igual el viento de esta ciudad, y que daría igual cualquier ciudad, si estuvieras tú. En que qué pasaría si pego un volantazo y cojo ese desvío y cambio de destino. Celebrar tu cumpleaños con un paseo siguiendo la orilla del río con la catedral en el horizonte, en vez de con una entrada en este blog. Podría ser cualquier río y cualquier catedral de cualquier ciudad. Una cena en algún restaurante pequeñito y una copa en algún sitio con poca luz. Pero la suficiente para que me deslumbre algún reflejo de tu pelo y para volver a pensar que, a pesar de todo el tiempo, no he visto unos ojos como esos.


Siete vidas tiene un gato 
y contigo llevo tres.


lunes, 30 de septiembre de 2024

Recortes.

No sé por donde empezar. Se me vienen a la cabeza recortes del fin de semana. Recortes que se mezclan con la cruda vuelta a la realidad. Aquella gasolinera en medio de la nada. Aquella dependienta a la que digo no sé qué cosa mientras mi cabeza sigue unos cientos de kilómetros más atrás. Tu cabeza sobre mi pecho y una leve sonrisa en tu cara. Tus ojos cerrados. La sensación de que vuelves a encontrar un poquito de paz a mi lado. El despertador sonando esta mañana a las 6:45. El sonido del café subiendo en el último momento de paz antes de ir a trabajar. Tú y yo solos en el jardín bajo todas las estrellas que existen mientras nos morimos de frío. Algunas palabras que tenían que decirse, que nunca quise escuchar y que se me clavan en lo más profundo de mí que puedo encontrar. 

Y va pasando la semana mientras en mi cabeza se van diluyendo poco a poco los recuerdos del fin de semana. Se entierran bajo los cascotes del día a día. Se mezclan las responsabilidades con las ganas de volver a verte. Se mezclan las ganas de volver a formar parte de tu vida con el miedo a volver a pasar por lo que pasé. ¿Te he olvidado? A veces me lo preguntaban. Yo lo tenía bastante claro. Yo, en mi día a día, te he olvidado al cien por cien. Te he olvidado al cien por cien pero ahora, cuando me preguntan, dudo.


Got that summertime
summertime sadness.
Te fuiste,
pero aquí guardo lo tuyo.