sábado, 30 de octubre de 2010

A veces tengo ganas de reventar el móvil contra la pared.





Me gusta el frío, pero no me gustan ni los pantalones largos, ni las chaquetas excesivamente gruesas. Que contradicción en alguien como yo, aunque, si nos paramos a pensarlo, yo soy una contracción viviente. Pero creo que tengo algo claro, he llegado a una verdad absoluta en mis pensamientos. Lo que más quiero en este mundo es vivir en un antiguo piso del casco viejo de Barcelona o de San Sebastían. Un piso de esos con las ventanas grandes de cristales gruesos, aguantados por una estructura de madera de color azul claro que entra en contacto con una pared de un color claro, azul o blanco. Y que la luz entre las mañanas de domingo y nos sorprenda tapados hasta arriba por dos o tres mantas y permanecer despiertos hasta que sea la hora de comer. En el fondo, todo lo que quiero es verte amanecer.




Nos vamos de excursión.

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