domingo, 13 de marzo de 2016

No hay nadie al volante.


Joder, no sabes lo que me pone que me ignores, que te alejes por la acera arropada en tu abrigo mirando cualquier escaparate o cualquier esquina, cuando te hablo de lo mío. Cuando te digo que no puedo dejarlo porque no hay nada mejor que hacer cuando amanezco que revolverse e intentar detener el tiempo. Y cuando decides volver, unos segundos después, podemos comenzar a hablar de cualquier cosa que puedas imaginar, como si nada. Como esa canción que suena de pronto y hace que nos busquemos con los ojos. Y ahora pienso que quizás es lo mejor. Que hay mil cosas más importantes que comentar, como la media luna resplandeciendo sobre el cielo que por un momento nos hace creer que hemos retrocedido mil años y que caminamos por las antiguas calles islámicas haciendo planes para cruzar el Mediterráneo y visitar a unos amigos en Oriente. Y entre tanto yo no sé si voy a poder llegar a casa, porque no se me da bien mezclar alcohol destilado con alcohol fermentado. Pero te veo sonreír, y la luz hace brillar tu cabello. Y el mundo parece un poco más en calma.



Desde el Frente con amor,
y con absurdidad.

No hay comentarios: