domingo, 24 de junio de 2012

Vous et moi.




Miré mi reflejo dentro del agua y no acerté a adivinar qué era hombre y qué era nada, qué era carne y qué era sombra. En aquel momento todo aquello me pareció lo mismo, y estaba cerca de serlo, pero me resigné al ver que las ondas del agua difuminaban cualquier rastro de mi ser. Los peces tenían hambre y subían con fuerza a la superficie rompiendo la monotonía del estanque, buscando las migas de pan que les tirabas desde la orilla. Te busqué con la mirada y allí te vi, sobre un fondo de árboles más grises que verdes, contagiados por las nubes amenazantes, ajena a todo lo que no fueran aquellos peces. Con los ojos fijos sobre la superficie del agua y una sonrisa extraña, propia de una niña que no sonríe de felicidad.


Y aunque no supe quererte,
en días como hoy a veces pienso en ti.
No creas que cometiste un error,
como ya dije, no eras tan fuerte. 


Y dime qué ves
cuando ves tu reflejo
dentro del agua.



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