viernes, 9 de octubre de 2009

Amor platónico.

En fin, hace escasamente una hora que ya pasó mi decimoséptimo cumpleaños. Bueno, más concretamente la parte oficial o, si queréis verlo así, la parte diplomática de recibir felicitaciones y regalos de parte de la familia. Mañana, que es puente en la Comunidad Valenciana, se prolongaran los festejos con los amigos o eso espero.

Pero en este cumpleaños ha destacado un regalo, si se puede decir así, por encima de todos. Bueno, no nos engañemos, no ha sido un regalo. Ha sido una sorpresa, un retorno de un viejo compañero que estos últimos días había regresado de unas largas vacaciones veraniegas.

Ese viejo compañero es, ni más ni menos, un sentimiento que creía que se había largado para siempre. Al final ha regresado con fuerza y vitalidad. Es un sentimiento positivo y bueno, pero es un sentimiento cabrón ya que te hace sufrir. Y es que los sentimientos no se corresponden en muchas ocasiones con lo que sucede a tu alrededor. Sé que es un sentimiento que no se va a hacer realidad jamás y que siempre estará hay, a mi lado. Pues ese sentimiento representa mi amor platónico, mi amor platónico más cercano y el sufrimiento de no poder tenerla.

Mierda, esa letra a me ha delatado...

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