miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿Último capítulo?

Ante ayer pasé las últimas horas antes de dormir agarrado a un libro. La verdad es que pensaba que serían muchas menos horas, pero la cosa se fue alargando. Llegué a un punto en el que la trama del libro se ponía fea. El ambiente era muy triste y muy deprimente. El autor te transmitía los sucesos y lo que sentían los personajes de tal manera que era como si lo estuvieras viviendo de primera mano. Era tan bonito y a la vez tan amargo que te daban ganas de cerrar el libro y llorar. No llevo ni un cuarto de libro leído pero si a estas alturas ya te transmite esta sensación, acuéstate y suda

A lo que iba. Leí un capítulo más y dije basta. No podía seguir leyendo más esa noche. Cerré el libro y apagué la luz. Pero en vez de escuchar un poco de música, lo que me hubiera subido la moral, me puse a pensar. Esto trajo malas consecuencias porque me hundí. Me hundí moralmente recordando cosas que quiero olvidar, pero que me es imposible. Es una pena pero es lo que hay.

No tengo claro que deba contar esto por aquí pero ya que estoy… Llegué a un punto en el que pensé que necesitaba llorar, pero me dije a mi mismo que no podía hacerlo y no lo hice. No le veo utilidad, pienso que es mejor reír pero en ese momento no podía reír, así que lo único que quería hacer era dormir. Pero volvemos a lo mismo, no podía dormir porque lo citado anteriormente me había quitado el sueño. Justo en ese momento me empecé a encontrar fatal. Me dolía la cabeza y el estomago y decidí dar una vuelta. Me relajé un poco y me fui a la cama con la remota esperanza de poder dormir. No pude. El colchón parecía estar hecho de hierro y la almohada de piedra. Y otra vez a pensar…

Pero esta vez, mi mente se desvió del rumbo y mis recuerdos fueron a parar hacia una persona. No una persona cualquiera, si no una persona especial, muy especial. Se trataba de una persona que entro en mi vida hace relativamente poco tiempo. Poco a poco, ella se fue haciendo un hueco en mí día a día. Me proporcionaba buenos momentos y mucho apoyo cuando no estaba anímicamente bien. Ella siempre estaba ahí cuando la necesitaba y éramos como dos almas gemelas. No me había dado cuenta de lo importante que iba a ser en mi vida en los meses siguientes y lo que lo es ahora. Cada hora sin ella es un tormento.

Y así con esos últimos pensamientos, me lancé al mundo de Morfeo. Hoy no sé si abriré ese libro…

1 comentario:

Anónimo dijo...

madree mia como te curras estas cosas!!
soyy nurii jajajaja!
un besiitoo prim