lunes, 2 de noviembre de 2009

Cupido, menudo hijo de perra...

A pesar de que había sido un día caluroso, típico de las regiones interiores, la noche presentaba un ambiente bastante fresco e infinitamente más llevadero, pero eso a nosotros no nos importaba. Para mí solo existía ella. A nuestro alrededor el silencio de las antiguas calles desiertas mantenía su dominio implacable sobre la vida en la mayor parte del pueblo. Apenas un poco de luz que provenía de las viejas farolas mantenía una dura pugna con la oscuridad que amenazaba con extender su territorio y acabar con todo atisbo de vida. Nosotros le aportábamos un contraste vivo al ambiente.

Deambulamos por pequeñas calles y callejones que se sucedían sin el mayor sobresalto. Empezamos a creer que eramos los únicos habitantes del pueblo hasta que llegamos a un pequeño bar a un lado de la carretera en el que se atisbaba movimiento. Decidimos entrar para ver el panorama y tomar algo. Pedimos unas copas y ocupamos una mesa en una esquina del garito. A nuestro alrededor, las otras mesas estaban ocupadas por jugadores de cartas que apuraban nerviosos sus cervezas y por fórofos futboleros que seguían con ansía los partidos de la roja que, aunque fuesen amistosos, adquirían la importancia de las más grandes competiciones. Fue allí, en aquel mismo instante, donde la belleza de mi chica me volvió a sorprender y cautivar como nunca antes. Su figura, su perfecto rostro y sus brillantes ojos que miraban a este pobre enamorado, destacaban sobre el contenido bullicio del local que, ajeno a la historia de amor que allí se desarrollaba, seguía con sus propias preocupaciones y ocupaciones.

El tiempo se paró a mi alrededor y quede hipnotizado. Hipnotizado por la belleza que tenía a escaso medio metro, hipnotizado por aquella mirada que se clavó en mis ojos y que dejó helado a vuestro protagonista, quien solo pudo articular con voz entrecortada un simple "te quiero" que ella respondió con una cálida y dulce sonrisa. Puedo asegurar que ella no dejaba a nadie indiferente y que te quitaba el aliento.




Con afecto.
Alex.


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