jueves, 8 de abril de 2010

The sun will break the night till dawn.


El otro día volvieron a mi mente algunos recuerdos que ya daba por perdidos, recuerdos que pensaba que habían sido sueños. Recuerdos lejanos de tiempos, momentos y personas especiales.

Mis pasos me condujeron por callejuelas que antaño recorría cada tarde, callejuelas que permanecían impasibles ante el paso del tiempo. Estrechos pasadizos de época medieval que se adentraban en el castillo, que siglos atrás había sido el baluarte de la ciudad. Ahora el progreso había dejado aquellas calles apartadas de la ciudad emergente. En ellas solo los ancianos y la gente más arraigada de la ciudad continuaban haciendo su vida, apartados de las industrias y el mundo de los negocios. Aisladas y solitarias, aquellas calles fueron nuestro lugar favorito, nuestro lugar especial durante un verano. El refugio donde podíamos escapar y estar a salvo de la rutina y la mediocridad.

Hace unos días retorné a aquel lugar, años después de algunos de los momentos más especiales de mi vida. Momentos en los que pensaba que tenía todo a mi lado y en los que aún no conocía el dolor y la soledad. Instantes en los que la cruel realidad aún no me había alcanzado y en los que no existía el mañana. Tras una esquina pude contemplar aquellos bancos en los que pasábamos horas y horas cada tarde de aquel verano, observando el ir y venir de desconocidos transeúntes que, ajenos a nuestra presencia, continuaban con sus vidas.

Nada había cambiado en aquel rincón. Los años no pasaban para aquel lugar mágico. Volví a sentarme en aquellos bancos y pude volver a contemplar la preciosa vista que se divisaba desde allí, pero esta vez lo hacía solo. Enfrente, el horizonte se alzaba hasta el infinito. Desde aquel punto, se dominaba toda la ciudad hasta al mar. Un mar relativamente lejano. Detrás de mí se levantaba la fortaleza, que antaño guardaba la ciudad y que ahora no era más que una simple ruina turística.

Recordé aquellos tiempos en los dos compartíamos el día a día, nuestras ilusiones y nuestros sueños. Unos tiempos que ya no volverán, que se esfumaron al igual que hiciste tú.

El invierno ha sido frío y largo, y yo no he vuelto a saber de ti.






Todo bien, nubes y claros en el horizonte. Renovado e ignorante optimismo. Mucho esfuerzo, ¿recompensa?. Es posible.

1 comentario:

Luna dijo...

Me reafirmo en mi teoría de que eres muy capaz de trasmitir cosas,y de redactar maravillosamente :)
Pero aún así,sigue siendo triste ¬¬"

Las notas bien,de momento voy libre de los dos trimestres para junio y con media decente para lo que quiero hacer,pero es increíble como a personas que no hacen NADA las aprueban por el morro y a los que trabajamos,o lo intentamos,nos bajan de un 8 a un 7 para "motivarnos".No es nuevo,pero es indignante.

Un abrazo muy fuerte!