jueves, 25 de julio de 2019

Punto de no retorno.

Es lunes y estoy demasiado borracho, otra vez. A pesar de que esta mañana pensaba en morirme al madrugar para ir a currar y juraba que por la noche me iría pronto a la cama y dormiría 8 horas. Pero he bebido demasiado y he tomado otras cosas que no me convendría confesarte. En mi defensa diré que me he recogido pronto, ya estoy en casa, y ahora he salido a fumarme el último o el penúltimo a la terraza. He mirado hacia algún lugar en la oscuridad, orientándome hacia donde a cientos de kilómetros está tu ciudad, y me he preguntado si al menos piensas alguna vez en mí, porque ya sé que no piensas en mí como yo pienso en ti. Porque si fuese así no me habría metido todo lo que me he metido. 

Quizá lo peor de mí sea que me cuesta la vida hacer cosas buenas por mí, como dejarlo, y que solo podría hacer esas cosas por la gente que me quiere, si esa gente existiera. Por eso últimamente mi vida se basa en estar plenamente consciente el menor tiempo posible. Y por eso casi es mejor que no sepas nada de mí y que no estés aquí. Me daría verguenza que vieras todo esto, y que lo leyeras también. Pero quizá si tú estuvieras aquí todo estaría bien. Iríamos a buscar fósiles, al cine y bajaríamos los domingos a la playa. Ya puedes imaginarte el caos que hay dentro de mi cráneo. 

Seguramente mañana volveré a salir otra vez y llegará el momento en el que tenga que elegir entre decir que sí o que hoy no. Volveré a pensar en ti y en lo triste que es hacer aquello que te dije que no iba a hacer jamás. Me imaginaré que estás aquí y que me envuelves en tu indiferencia, como si yo no te importara nada, para después desaparecer. Pero una fracción de segundo después miraré a mi alrededor y veré que no estás y me convenceré de que qué más da si estarás felizmente dormida bien lejos y nunca te enterarás.

Quizá esto sea una confesión y —como quizá sea el texto más verídico que he vertido aquí— ahora el lector con unas mínimas nociones de psicología sepa más de mí que yo mismo.



Paso las noches esperando el día,
pensando que aquel fuckin’ día se repetiría.
No puedo dormirme porque no has aparecido,
me hago una raya y un porro y le pido a Cupido.