lunes, 18 de junio de 2018
Incerteza.
He de reconocer que ya no recordaba la fascinción que me produce el hecho de que nunca conoces a nadie de verdad hasta que os miráis el uno al otro separados por dos centímetros de distancia. No es lo único que necesitas para conocer a fondo a alguien, pero lo necesitas. En esas circunstancias un rostro es totalmente diferente, hasta el punto que al abror los ojos por primera vez de probar sus labios piensas que qué ha podido pasar. En ese momento descubres nuevos matices en sus ojos, nuevos ángulos en su sonrisa y en sus mejillas, y hasta puedes adivinar lo que parece una nueva textuta en su piel. Y todo eso en unas décimas de segundo. Demasiado en tan poco tiempo. Suficiente para dejarme aturdido durante toda la noche, únicamente pudiendo pensar en eliminar de nuevo esos dos centímetros de distancia y volver a sentir el contacto de sus labios.
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