viernes, 29 de mayo de 2020

Contraportada.

¿Cómo será todo en unas décadas? Me imagino un mundo con cierto aire cyberpunk. Habrá un robot que te escriba un texto como los que hoy te escribo aquí. Una inteligencia artificial analizará miles de textos de su base de datos, los cruzará con tus búsquedas de Google o con las canciones que más has escuchado últimamente y te ofrecerá una combinación de palabras pensada para emocionarte. Lo habrán diseñado unos japoneses. Yo no serviré para nada. 




Baby, I’ve got a heart that’s haunted
and in your cold and empty bed, you’ll think of me,
you’ll think of me.

But you should know, girl, that I’ll be crying
out on that lonely road where not a soul can see
I’ll shed my tears for a love that’s dying
and in your cold and empty bed, you’ll think of me, oh yes,
you’ll think of me.

The summer sun, girl, will bring a stranger
and he'll be better to you than I used to be.  
And when he takes you into his arms, girl,
well, in your warm and loving bed
you won't think of me, no, no.
You won't think of me.

  

viernes, 15 de mayo de 2020

Epílogo.

Permitidme que me ponga serio ahora que ha pasado más de un año desde la primera vez que la probé y muchos meses desde que decidí que ya no más. Incluso desde la última noche que fui débil. Solo quería decir que he cumplido. Que dije basta y así fue. Que incluso he dejado algún mal hábito más por el camino y que he adquirido algunos mejores. Dentro de lo malo que fue, sobreviví. Sin secuelas aparentes, a pesar de lo que hice algunas noches que no quiero recordar. Y maduré.

Pero no todo es tan sencillo. Hay noches que sé que si la tuviera cerca volvería a probarla. Y lo haría porque no tengo esperanza. No hay futuro. Solo la posibilidad de haber tirado diez años de mi vida a la basura y la incertidumbre de no saber si voy a ser lo bastante fuerte para empezar de cero. Diez años. Da vértigo. ¿Cuántos "diez años" me quedarán? Me da miedo pasarme el resto de mi vida sin nada, encadenado a un sitio que adoro, pero en el que ya no tengo a nadie. Salvo a mis pobres padres, que no se merecen todo esto, y por los que intento seguir a flote.

Solo tendría que hacer una llamada y en un rato la volvería a sentir en mi garganta. Porque no he probado nada que me evada más. Es así. Pero luego hace que te duela todo, incluso un año después. Es lo que tiene esta droga. Te deja en el infierno después de pasar por el cielo. Tengo miedo de que no haya nada por lo que estar bien. Tengo miedo de una vida vacía, con todos los sueños agotados. Una vida en la que esta química sea lo único que me haga sentir algo.

Sería tan fácil como hacer una llamada. Pero no lo he hecho.



Si no fuera porque 
me tienen que enterrar
y que dos cipreses negros
se comerán mis sueños.
Si no fuera porque 
es tan triste convertirse en recuerdo. 

martes, 5 de mayo de 2020

Diarios de la peste (VIII)


A veces me despierto como si me hubiera pasado un trailer de diez toneladas por encima. Como aquella canción de los Smiths pero sin que tú estés a mi lado. Te quedas en el sueño y cuando despierto me paso cierto tiempo como un conejo deslumbrado por los faros de un coche en una carretera comarcal. Me quedo un rato mirando al techo y me voy resituando. Intento armarme de valor para afrontar un nuevo día. Lo intento. Me fumo el primer piti. Me aferro a la rutina de siempre, haciendo todo lo posible por mantener la cabeza ocupada. A veces tardo un poco en poner música y me bebo el café a solas, en silencio. La música se ha vuelto peligrosa porque todas las canciones hablan de ti. O de mí. O de nosotros.

Me pregunto cuándo dejaré de repasar los momentos que compartimos. De buscar otros significados a tus gestos, a tus miradas y a tus sonrisas. A tus preguntas y a tus respuestas. Cuándo dejaré de inventarme recuerdos y momentos que nunca compartimos y que nunca sucedieron. Ciudades que nunca visitamos y besos que nunca nos dimos. Falsos momentos que solo existen en mi cabeza y que no sé muy bien por qué motivo escribo aquí. Ahora soy consciente de que perder algo no duele tanto como perder algo que pudo ser. Saber que no lo podrás probar nunca y no saber cómo hubiera sido todo. Miras tu vida con resignación sabiendo que sería diferente. Y no es difícil imaginar que seguramente sería mejor. Te sientes un poco tonto porque pensabas que eras de hierro, pero eres de papel y esto duele demasiado. 



Quise cortar la flor más tierna del rosal
pensando que de amor no me podría pinchar. 
Y mientras me pinchaba me dijo una cosa:
una rosa es una rosa, una rosa es una rosa.