martes, 24 de septiembre de 2013

Miss vaquero ajustado.



Ella vive fuera, a escasos diez kilómetros en el pueblo de al lado. Es guapísima, magnética. Siempre la encontramos bailando en todos los conciertos que hay por la zona, con sus vaqueros ajustados o con la versión extra reducida de éstos para cuando aprieta el calor. Y siempre estamos nosotros: hasta arriba de cerveza y demás, anhelando un cruce de miradas y que así sepa que estamos aquí. ¿Se acordará de cuando era yo el que estaba sobre el escenario? 

Todos suspiramos por sus caderas y sus piernas esbeltas, pero nos limitamos a mirarla y observar sus curvas de vez en cuando mientras desde el escenario improvisado en la escuela del pueblo atruena el enésimo nuevo grupo de rock de la comarca. Y ahí sigue ella, y su culo increíble, tan atractivo y tan real como la posibilidad de volver a encontrarla en el próximo concierto, la semana que viene, en el que quizá consiga reunir el valor para acercarme a su lado y bailar mientras nos sonreímos en mitad del patio, en mitad de la noche.




Veo tus botas tristes y papeles pintados... 
Tiemblan, como si fuera la primera vez, como si fueras a largarte después y no quisieras.


No hay comentarios: