miércoles, 23 de junio de 2010

You would know.

Mi sitio esta entre la bebida y el tabaco, la música y el café, las mujeres, el papel y la tinta. En el rincón más oscuro de una solitaria taberna, donde un piano negro llora las notas de una vieja canción. Aquí te espero, apurando el último trago de coñac. La noche no promete aventuras. Las hojas de papel se amontonan a un lado de la mesa, llenas de ti, de errores, de sueños y deseos sin cumplir, de tachones y lineas escritas que probablemente jamás vean la luz del día. A mi alrededor se dejan llevar almas en pena, como la mía. Marineros, jugadores de cartas, prostitutas y contrabandistas son, esta noche, mi compañía. La compañía de un escritor fracasado. Todos ahogan sus penas en alcohol y esperan una oportunidad, un rayo de sol que ilumine sus frías y míseras vidas. En mi caso, ese rayo de sol es la joven mujer que entra por la puerta, ataviada con una larga chaqueta oscura y un singular gorro que le ayuda a protegerse del frío invernal. Es la mujer que le pregunta al camarero por mí. Que me ve al fondo del bar y con una sonrisa se dirige hacía mí. Que me besa y me abraza. Que no sabe que todos esos escritos, que lee, están inspirados en ella misma.

Simplemente quería decirte que cada día sin ti es un puñal en la espalda. He intentado mostrarme fuerte ante tu ausencia y hacer como que no eres una parte importante de mi vida. Pero ya no puedo hacer más, no puedo aguantar más. Y es que no soy capaz de juntar el valor necesario para decírtelo porque, cariño, no quiero perderte.

Salimos de aquel apartado bar y el mundo nos recibe con un frío intenso, que no es obstáculo para que recorrer durante horas y horas en la madrugada, las antiguas calles de esta ciudad. Te acompaño a tu casa y en el umbral de la puerta me das un cálido beso. El ritual se repetirá una semana más tarde y quizá ese día yo sea de capaz de juntar el valor necesario para...

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