lunes, 8 de noviembre de 2010

12 o'clock, don't be late.




Así de triste era mi vida que nunca, hasta hace dos meses, había subido a un tren. A un tren de verdad, me refiero, no a un vulgar metro. Pero el destino ha decidido que ahora, todas las semanas, tenga que coger uno varias veces. Y no es lo que me esperaba. Quizá sea la rutina en la que, poco a poco todo se va sumiendo, la que ha conseguido que lo aborrezca. Espero que algún día, tenga que coger algún tren por otro motivo diferente, algo más profundo, y, a ser posible, que sea un tren viejo y que el final de trayecto merezca la pena.



Y si alguien del futuro
casualmente oyera esto,
que venga a salvarnos,
que me salve a mí primero.



Son mis costumbres, y hay que respetarlas.

1 comentario:

Luna dijo...

Ya sabes que esa foto me encanta. Lo que no me encanta tanto es no saber de ti, y ver que ya no te gustan los trenes. Un señor dice en la televisión que mañana habrá aquí cero grados. Espero que estés bien, esta actualización me hace pensar que no del todo. Un abrazo muy fuerte, idiota.al.que.no.le.gustan.los.trenes. Cuídate.