martes, 31 de marzo de 2020

Diarios de la peste (IV)

Daría cualquier cosa por verte, aunque únicamente fuese durante un café de cinco minutos. Daría cualquier cosa, aunque Pedro Sánchez estuviese en contra. Le diría "señor presidente del gobierno, déjeme asumir las consecuencias y permítame verla aunque solo sea durante un café de cinco minutos". Me dan igual las sanciones administrativas y me daría igual pasarme veinte años picando piedra a partir de que se acabe ese café de cinco minutos. Podría asumir verte marchar y que los guardias me estuviesen esperando en la puerta con un traje de obra y un pico. Sobre la marcha tendría que decidir si camuflar un par de frases a modo de extracto de todo lo que he escrito aquí o si simplemente callarme y escucharte hablar de cualquier cosa como si no pasase nada. Sin estridencias. Como si ese café se fuese a repetir pronto. Girarme una última vez, con las manos ya esposadas, y ver como te pierdes entre la gente. Ver tu pelo resplandecer mientras se mueve suavemente por la brisa y te vas alejando poco a poco. Con tu mente ya en otro lado. Daría cualquier cosa por esos cinco minutos. Haría cualquier cosa, pero solo si tú quisieras verme.

Qué más da cuando acabe esto. Que más da si no te voy a ver, ni mucho menos a abrazar. Podríamos estar aquí años y todo sería igual. Que acabe ya por ti y por la gente que me importa. Que podáis salir a la calle y hacer vida normal. Reencontraos con los vuestros y continuad con vuestros sueños y ambiciones. Yo me quedo aquí. No hay nada ahí afuera para mí. No nos vamos a cruzar de manera espontánea por la calle, ni nos vamos a tomar un café de cinco minutos. No voy a volver a sentir tu pelo acariciándome la cara así que qué más da que esto se acabe o no para mí.



Y siempre estoy rompiéndome la voz

cantando coplas bajo tu ventana, amor.  


No hay comentarios: